Cuando guardamos silencio, hubo un momento en que escuchamos el río, los pájaros, el viento golpeando las hojas y los ruidosos patos de la orilla.
Pudimos ver también un cormorán que tenía las alas abiertas, porque se estaba secando y un martinete muy pequeño.
También leímos dos poesías una de García Lorca y otra de Góngora, dedicadas al río, que estaban escritas en unos monumentos por los que pasamos.