Ha fallecido nuestro compañero Eduardo García, profesor de Filosofía.
EL ARTE DEL ENCUENTRO
Yo que nací para la vida nómada,
yo que he soñado el don de las navegaciones,
he sido un funcionario. Disculpad, compañeros,
si me visteis sonámbulo vagar por los pasillos,
distraído atender vuestras razones,
si se me emborronaba la mirada
y escaleras abajo
se me fugaba el alma a otro país.
Y sí, tenéis razón, ya me hago cargo.
Erré la perspectiva, ahora lo sé.
Creía que el trabajo
era tan sólo una hipoteca,
un cautiverio a plazos, el precio de la vida
que más allá de la verja me aguardaba.
Y sin embargo
lo cierto es que no hay verja ni frontera
que rasgue nuestra vida en dos, no hay muro
capaz de contener el entusiasmo. Somos
a un tiempo aquí y allá,
con la entraña empeñada en todos los peldaños,
en la cama, en la calle, en la camisa.
Quizá por eso
me he dejado la piel entre estos muros,
derrochando el afán y los zapatos
no menos que en mi más secreta intimidad,
psiquiatra improvisado
probando a conservar la calma en el delirio,
en la perpetua marejada adolescente.
Si no me he derrumbado en el intento
a vosotros lo debo. Tenéis mi gratitud
por la mano tendida en el momento justo,
por la palabra cómplice y el guiño,
por mirarme a los ojos
cuando me atenazaba el desaliento,
por arrojarme el salvavidas del humor.
Mas ya me conocéis,
lo mío es navegar de puerta en puerta,
arrojarme al sendero, estar de paso,
escapar al carril de la costumbre
para sentirme vivo,
para recomenzar.
Dondequiera que vaya vendréis todos conmigo,
poblaréis mi memoria de ocasiones.
Con sangre pagaré el billete para el viaje.
Pues la vida es el arte del encuentro
celebro cuanto pude vivir a vuestro lado.
Me quedo mi agujero. Os dejo mi amistad.
Eduardo García
en Córdoba, a 15 de Septiembre de 2010