CASUALIDAD EN LA RED
Me voy de vacaciones, dejo mi gato a María y me llevo el portátil, lo desenchufo todo, por lo tanto, se desconecta el wifi .Mi vecino se quedará sin poderme robar internet, que se joda. Además es el único que no me saluda entre los vecinos.
En mi apartamento playero sé que el vecino tiene wifi así que no me preocupo. Le enviaré un e-mail a un amante virtual que tengo y hablaré con él todas las noches. Nada más instalarme enciendo el PC ansiosa por saber si tengo conexión y sí, la tengo.
Abro el correo y me sorprende no tener noticias suyas, espero toda la noche en el MSN y nada. Al tercer día recibo dos e-mails, los abro desesperada…
«Cariño lo siento, la agarrada de mi vecina se ha ido de vacaciones y apagó el wifi, eso sí, he matado a su gato, que se joda». El segundo e-mail precisamente era de María…
Almudena Romero Córdoba, 1º Bachillerato A
Aquel sábado, una semana más tarde de aquella fría y eterna madrugada de enero, mis hermanas y yo nos adentramos en aquello que él había construido con su esfuerzo unos 20 años tras el fin de la guerra.
Ni ellas ni yo reconocíamos en esa vieja casa, la que un día fue el cobijo de decenas de nuestras travesuras infantiles en las tarde de verano en las que el eco de las ranas y chicharras acompañaban nuestras risas.
Las vides y las notas de una guitarra española fueron sustituidas por las hojas marchitas y el sonido del viento.
Abrimos la puerta y todo estaba como la última vez. Pero distinto. La escopeta abandonada en un rincón, el polvo cubría la chimenea, las telarañas gobernaban las lámparas y las paredes, húmedas, se caían a pedazos a nuestro paso.
Entonces, soltamos las maletas. Decidimos encender la lumbre, su recuerdo.
Laura Bermúdez López. 2º Bachillerato A
EL MANDO A DISTANCIA
Allí seguía aquel hombre, humillado, buscando sin parar el mando de la tele que llevaba muchos días intentando localizar.
Llamó a mucha gente para que lo ayudara a buscarlo. Niños, niñas, hombres y mujeres que pasaban por allí, lo buscaban, para que no estuviera así, porque creían que, con aquella preocupación, acabaría por volverse loco.
Un día vio a un policía, y le preguntó si podría mandar una patrulla para que lo ayudara a buscar el dichoso mando a distancia. El policía lo miró con cara de pocos amigos.
Un martes 13, mientras seguía buscándolo, un niño pasó por su lado corriendo. Como iba tan rápido tropezó y en ese momento el hombre fue a socorrerlo y, justo cuando lo cogió, se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que había tirado el mando y que ni siquiera tenía tele, porque en el banco donde vivía, no había enchufes.
Manuel Pérez Gañán 3º ESO B
CURRÍCULUM
Entro en mi nueva oficina. Soy el nuevo jefe de una empresa internacional. Me siento en la silla junto al escritorio y mi cabeza vuela años atrás, más allá de la universidad y del bachiller y se centra en la ESO, recordando cada día.
Cada día era una verdadera tortura y no por madrugar, ir al instituto, o los profesores…sino porque … allí estaba él. Era el típico alumno cuya única satisfacción era fastidiar a los demás y, por alguna extraña razón, especialmente a mí. No había razón para hacer lo que hacía, (golpearme, insultarme seguirme desde mi casa al instituto a la entrada y a la salida). Me pasaba tardes enteras encerrado en mi cuarto, pensando en que tal vez la única solución era no ir al instituto y dejarlo todo. Pero seguí y luché por un futuro mejor, aguantando cada mañana los insultos y golpes. Algún día estaría donde estoy ahora y las tornas se invertirían. También sabía que nunca le olvidaría.
Un golpe en la puerta y la voz de un hombre desconocido, aunque familiar, interrumpe mis pensamientos. Nada más asomar la cabeza y mirarme se paraliza. Sí, es él y esta vez yo actúo con soltura. Sonrío. Lleva un folio en la mano, en el que alcanzo a leer CURRÍCULUM.
María Jiménez Villén. 3º ESO B
CORAZÓN DE OVEJA
Un día iba yo por la calle y me encontré en la acera un corazón de oveja y decidí cambiarlo por el mío, a ver si experimentaba cosas raras. A los pocos minutos noté sensaciones que nunca había sentido antes, por ejemplo, no era capaz de tener opiniones propias, decía y hacía lo mismo que los demás, me vestía igual que todo el mundo, y, ¡en fin!, intentaba no destacar y la mejor forma que encontré de hacerlo, era dejarme llevar por la gente.
En un minuto de lucidez conseguí ponerme mi corazón anterior y al de oveja, inmediatamente, lo llevé conmigo a la comisaría para denunciar a los hospitales. Porque sospecho, es más, estoy seguro, que a los niños recién nacidos les quitan su corazón original y les ponen uno de oveja.
Alejandro Fernández Muñoz, 2º ESO D