«La liberación de los objetos», exposición de Juan Rosco en la Sala Tríptico

Juan Rosco 3 cartel

El mundo tiene sentido para nosotros los humanos si llegamos a él para ser personas, en el sentido etimológico del término “per sonare” es decir para sonar, para ser nosotros mismos y hacer en él nuestra aportación. Hoy, desgraciadamente corren vientos desfavorables para conseguirlo. Cada día el ciudadano se ve más expulsado de sus capacidades de decir y hacer, de ser partícipe en la construcción del mundo. Sólo los “triunfadores”, perverso concepto aquilatado dentro de las fronteras del imperio, tienen algo que decir; los demás son tenidos como masa prescindible. Esta convicción neodarwinista elaborada en las entrañas del neoliberalismo nos reduce a masa silenciosa, sólo “escuchada” en los comicios electorales o por su condición de consumidora, pero sin cara, sin individualidad, como rebaño.
Hoy, para “sonar”, para ser, tienes que hablar, que hacerte oír, y no de cualquier forma sino adecuándote a las formas en que escucha el mundo. Tenemos la suerte de que la sociedad no tiene tiempo para leer, para informarse, la sociedad “escucha” imágenes y a través de ellas será posible ir soplando el fino polvo que acabe desgastando la maquinaria infernal de la deshumanización. Al fin y al cabo nosotros somos solventes en el manejo de las imágenes y enseñar a los demás nuestro oficio es hacerlos personas, porque serán el altavoz que permita que sus ideas sean oídas, y por la capacidad de seducción de la imagen, escuchadas.
El arte puede ser el gran liberador, el redentor del individuo, el único consuelo y la única esperanza que le queda al hombre; por ello no puede ser un arte complaciente en sintonía con el poder, sea este fáctico o no, sino un arte comprometido, portador de pensamiento crítico y capacidad de cambio.
Desde estos presupuestos comienza a tener importancia no tanto la perfección técnica de la obra, que también, si no la brillantez conceptual de la misma. Somos ladrones que nos hemos adueñado de esas otras vidas que tienen los objetos más allá de su uso funcional. Somos predicadores de la desobediencia incitando a que se rebelen contra su función, contra la subordinación al papel para el que fueron creados, tanto cuando están solos y descontextualizados como cuando son deformados, o se asocian a otros y cambian, muriendo para la función y naciendo para la significación, porque las cosas no son lo que son sino lo que significan, como aproximaba Barthes.


Juan Rosco

Descargar el catálogo de la exposición (versión .pdf en issuu)

 

Inauguración de la exposición y visita del alumnado de Educación de Adultos

 

+ poesía visual

Libro virtual con obras de Juan Rosco. (Fuente: Boek visual)

 

Vídeo con poemas visuales de Juan Rosco. (Fuente: Boek visual)

 

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